martes, 17 de abril de 2012

Eclipse


                - ¡Qué bien he dormido!- Laszlo se incorporó en la cama, desperezándose con un amplio estiramiento, al tiempo que bostezaba.- La verdad es que esta posada es un auténtico lujo. Y a buen precio. Tenemos que volver algún día, ¿eh, Red?

                El familiar respondió con un siseo. Estaba nervioso, mucho más de lo que era habitual en él. Daba vueltas por la mesilla de noche, incansable, apremiando a Laszlo. Éste le miró con cara de preocupación.

                - ¿Qué ocurre?- El joven mago se levantó rápidamente, poniéndose sus botas y su capa. Oía voces en el piso inferior, alborotadas, sin parecer que se tratase de ninguna trifulca. Extendió la mano hacia la mesilla para que su pequeño acompañante subiese a su cuerpo, y salió rápidamente por la puerta, en dirección al piso inferior.

                No había nadie en la estancia principal de la posada. Las voces provenían del exterior. La potente voz del regente del local destacaba entre las otras. La puerta que daba al exterior estaba abierta de par en par, pero no entraba luz alguna por ella. Laszlo se dirigió hacia la puerta para salir al exterior, y la visión que tuvo al hallarse fuera fue sobrecogedora.
               
                En lo alto del oscurecido cielo se hallaba un anillo ardiente, como único rastro del sol eclipsado. Una leve luz rojiza bañaba la escena, proveniente de una columna de luz potente que se alzaba en la distancia, hacia el norte. Una sombra alada surcaba el cielo en dirección al haz de luz y se perdía tras el monte Aephos. Un grupo de personas se había reunido cerca de la posada, entre los que estaban tanto los ocupantes de la misma como algunos habitantes del pueblo. El enano gritó:

                - ¡Por los cuernos de Madorek! ¿¡Eso era un dragón!?

                - Eso parece Ionak. Es impresionante…- Respondió la persona encapuchada que había la noche anterior en la posada. Su voz, si bien era dura, era femenina.
               
                - ¿Y qué demonios es esa columna de luz hacia la que se dirige? ¿¡Y el eclipse!?

                - Creo que el eclipse no es natural. Al menos no teníamos ni idea de que se fuese a producir. Y eso que consultamos antes de iniciar cada viaje a un erudito para que nos confirmase el tiempo que iba a hacer.- Dijo uno de los mercaderes que se alojaban en la posada.

                - No creo que mucha gente pueda predecir un fenómeno así, pero de todos modos, tampoco creo que sea natural. El pilar de luz al menos, no puede serlo. Y no creo que sea una coincidencia.

                Los presentes volvieron sus miradas hacia Laszlo tras oír su comentario. Bajo la capucha de la desconocida, un ojo rojo emitió un fulgor intenso.

                - ¡Ah, eres tú muchacho! ¿Has visto ese dragón? Bueno, y todo lo que está ocurriendo… Jamás había visto nada igual. ¡Y créeme muchacho, he visto muchas cosas!

                - ¿De dónde creéis que sale esa columna luminosa?- Preguntó uno de los mercaderes.

                - Con el monte Aephos es difícil decirlo. No nos permite ver la base. Pero diría que lejos. Aunque el dragón ha pasado bastante cerca… - Respondió uno de los habitantes de Leinhar.

                - ¡No tiene que ver! Al menos no se ha fijado en nosotros. Podría habernos ocasionado problemas.- Respondió Ionak.

                - Tengo la impresión de que no le importamos lo más mínimo. Estaba de paso.- Respondió la encapuchada, mirando al cielo para después volver a mirar al joven mago.- ¿Qué opinas?

                - Pues… Por una parte me gustaría creer que se trata de un fenómeno provocado, de origen mágico. Pero por otro lado, soy incapaz de imaginar una fuente de energía tan poderosa como para permitir a alguien hacer esto. Y el hecho de que un dragón se dirija hacia allí me hace dudar más aun. No sé… no lo sé.- La mirada de la desconocida seguía clavada en él, atrayendo el resto de las miradas hacia él.

                - Daewynn, no creo que el muchacho pueda comprender tampoco qué está ocurriendo.- dijo Ionak, volviéndose hacia la muchacha.- No le pongas más nervioso.

                - Es un mago, Ionak. Me cuesta creer que no te hayas dado cuenta.
               
                - Lo sé, pero tal vez no comprenda mejor que nosotros lo que está ocurriendo.

                Todos los presentes volvieron la mirada hacia el cielo. El anillo de fuego que era el sol emitió un fulgor potente. El haz de luz se disipó, y la luna comenzó a abrir camino de nuevo a la luz solar. Al cabo de unos minutos, del excepcional fenómeno tan sólo quedaba el color rojizo del cielo y el recuerdo grabado en la mente de los que presenciaron aquel acontecimiento. Red todavía mantenía un leve destello rojizo en los ojos, mientras observaba el punto en el que el dragón desapareció de su vista, tras el gran Aephos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario