La
gente a su alrededor estaba aterrorizada. No paraban de hablar,de teorizar
acerca de qué estaba ocurriendo mientras miraban al cielo, buscando la gran
sombra que lo había cruzado volando.
Un
dragón. Hacía siglos que no había sido avistado un dragón. Existían varias
teorías al respecto. La más extendida decía que se habían extinguido. Algunos
profundizaban en ésta, diciendo que la extinción había sido causada por las
razas humanoides y su constante lucha contra las criaturas. Otros pensaban que
estaban escondidos, recuperándose de la incesante caza. También había quien
decía que sí, estaban escondidos, aterrorizados, y que darían cuentas a quien
se atreviese a seguirles a sus cuevas. Meras especulaciones, sobre las cuales
divagaba el grupo de personas reunidas allí.
Él
pensaba de un modo diferente. Los dragones emigraron al sur, al archipiélago de
Dorkan, debido al continuo hostigamiento por parte de las razas humanoides,
buscando poder vivir tranquilamente. El hecho de que hubiera venido volando
desde esa dirección le hacía pensar que podía tener razón, pero no podía
confirmarlo.
Aquel
dragón que hacía escasos minutos había sobrevolado Leinhar hacía que todas las
teorías tuviesen algo en común: los dragones habían vuelto. Por lo menos, uno
de ellos, especialmente grande. Su imagen había quedado grabada en su mente.
Pero, de algún modo, no evocaba lo mismo que al resto de los presentes. Las
miradas y las preguntas se habían centrado en Laszlo, quien no era capaz de
entregar respuestas claras. Teorizaba, y probablemente no estuviese muy
equivocado. Pero se quedaba en eso: teorías. Al fin y al cabo, no comprendía lo
que pasaba. Nadie lo hacía. Pero era el único que aportaba un tenue rayo de luz
sobre lo ocurrido.
- Sea
como sea, el dragón se dirigía al haz de luz, y no creo que eso sea
coincidencia alguna. El hecho de que dos acontecimientos anómalos ocurran
simultáneamente me hace pensar que estén relacionados. No sabría decir cómo, no
obstante. No estoy seguro de si la columna luminosa implicó la llegada del
dragón, o de si fue éste quien la invocó. Del primer modo, podría tratarse de
un fenómeno natural, aunque único, pero del segundo implicaría que el
acontecimiento ha sido provocado. Cabría un tercero, que significaría que el
haz de luz ha sido creado por otro, siendo artificial igualmente, y sirviendo
de baliza para el dragón. O bien fue creada con otro fin, pero atrajo al dragón
finalmente. Con lo que sabemos, no podemos concretar nada. Simplemente no creo
que sea una casualidad.
Red
observaba al mago, y pensó que sus observaciones eran bastante claras y
concisas, teniendo en cuenta que lo único que sabían era que un dragón había
cruzado volando el cielo. Se preguntaba si coincidirían en que los dragones no
se extinguieron, sino que emigraron al sur.
- Al
menos hay algo claro: lo que hemos visto era un dragón, y todos coincidimos en
eso. Pero… ¿por qué volvería un dragón aquí? Fueron perseguidos durante siglos.
¿Se habrán preparado para vengarse?- Dijo Daewynn.
-
Esperemos que no. De lo contrario, es una gran amenaza. Dicen que eran
criaturas de gran poder, y que para poder enfrentarse a algunos de ellos,
hacían falta ejércitos enteros.- Dijo Ionak, visiblemente nervioso.
- Las
historias que se cuentan son solamente cuentos para que los niños se fuesen a
dormir. No me creo que sean tan poderosos.
-
Muchacha, no sé si son ciertas o no las leyendas. Yo no estuve allí. Pero es lo
que se dice. De todos modos, aunque fuesen exageradas, deben de ser criaturas
muy poderosas.
Daewynn
se quitó la capucha, confirmando lo que Red ya sospechaba. Se trataba de una
joven elfa oscura, si bien no esperaba unos rasgos tan delicados y finos,
teniendo en cuenta su voz. Sus ojos eran de color rojo intenso, y su pelo, una
melena corta gris con brillos plateados, contrastaba con su tez gris oscura.
Unas orejas puntiagudas asomaban entre el pelo.
- Sea
como sea, no pintamos nada aquí divagando sobre lo que era o dejaba de ser.
Habría que informar de lo que hemos visto hoy aquí al duque, aunque supongo que
ya lo habrá visto. Pero de todos modos, hay que comunicárselo y pedirle
consejo. Quizás él sepa qué debemos hacer. O qué ha ocurrido.- Dijo la elfa,
volviéndose a mirar a los presentes.
- Buena
observación. Me encargaré yo mismo de hacerle llegar al duque lo ocurrido hoy
aquí. Si es cierto que quizás él sepa algo más, me vendrá bien contar con su
punto de vista. Me gustaría poder hablar con él.
-Iré
contigo, mago.- Dijo Daewynn.- Yo debo hablar con el duque. Si quieres no
tienes por qué venir, al fin y al cabo, eres ajeno al pueblo.
-Iré de
todos modos. Necesito saber qué está ocurriendo. Si él puede arrojar algo de
luz al asunto, estaré más que encantado de poder hablar con él.
- Bien
pues, deberíais prepararos para el viaje, muchachos.- Dijo el enano.- Me
gustaría ir, pero me temo que no puedo cerrar la posada. Os ayudaré a preparar
lo necesario, y os daré comida y bebida para el camino.
Todos
volvieron la vista al cielo de nuevo. Parecía como si realmente no hubiese
ocurrido nada y hubiesen despertado de un sueño. Entre los presentes, muchos
dudaban de lo ocurrido. Debía haber sido una alucinación. De todos modos, los
jóvenes irían a informar al duque.
Red
estaba seguro de que no había sido una alucinación. Había sido demasiado real.
En sus ojos, seguía grabada la imagen del dragón. De sus ojos, observándolos
desde la lejanía. Su cuerpo sintió una oleada súbita de calor, y se estremeció.
No había abierto la boca durante todo el acontecimiento, y aún así, la sentía
seca. El dragón le había mirado, estaba convencido de que le había mirado. A
él, a un pequeño reptil, rodeado de gente.
Había
muchas teorías acerca de por qué hacía siglos que no se veía ningún dragón.
Algunas estaban equivocadas. Otras sencillamente eran absurdas. Pero algo
estaba claro: los dragones seguían existiendo, y habían vuelto.