martes, 8 de mayo de 2012

Red


                La gente a su alrededor estaba aterrorizada. No paraban de hablar,de teorizar acerca de qué estaba ocurriendo mientras miraban al cielo, buscando la gran sombra que lo había cruzado volando.

                Un dragón. Hacía siglos que no había sido avistado un dragón. Existían varias teorías al respecto. La más extendida decía que se habían extinguido. Algunos profundizaban en ésta, diciendo que la extinción había sido causada por las razas humanoides y su constante lucha contra las criaturas. Otros pensaban que estaban escondidos, recuperándose de la incesante caza. También había quien decía que sí, estaban escondidos, aterrorizados, y que darían cuentas a quien se atreviese a seguirles a sus cuevas. Meras especulaciones, sobre las cuales divagaba el grupo de personas reunidas allí.

                Él pensaba de un modo diferente. Los dragones emigraron al sur, al archipiélago de Dorkan, debido al continuo hostigamiento por parte de las razas humanoides, buscando poder vivir tranquilamente. El hecho de que hubiera venido volando desde esa dirección le hacía pensar que podía tener razón, pero no podía confirmarlo.

                Aquel dragón que hacía escasos minutos había sobrevolado Leinhar hacía que todas las teorías tuviesen algo en común: los dragones habían vuelto. Por lo menos, uno de ellos, especialmente grande. Su imagen había quedado grabada en su mente. Pero, de algún modo, no evocaba lo mismo que al resto de los presentes. Las miradas y las preguntas se habían centrado en Laszlo, quien no era capaz de entregar respuestas claras. Teorizaba, y probablemente no estuviese muy equivocado. Pero se quedaba en eso: teorías. Al fin y al cabo, no comprendía lo que pasaba. Nadie lo hacía. Pero era el único que aportaba un tenue rayo de luz sobre lo ocurrido.

                - Sea como sea, el dragón se dirigía al haz de luz, y no creo que eso sea coincidencia alguna. El hecho de que dos acontecimientos anómalos ocurran simultáneamente me hace pensar que estén relacionados. No sabría decir cómo, no obstante. No estoy seguro de si la columna luminosa implicó la llegada del dragón, o de si fue éste quien la invocó. Del primer modo, podría tratarse de un fenómeno natural, aunque único, pero del segundo implicaría que el acontecimiento ha sido provocado. Cabría un tercero, que significaría que el haz de luz ha sido creado por otro, siendo artificial igualmente, y sirviendo de baliza para el dragón. O bien fue creada con otro fin, pero atrajo al dragón finalmente. Con lo que sabemos, no podemos concretar nada. Simplemente no creo que sea una casualidad.

                Red observaba al mago, y pensó que sus observaciones eran bastante claras y concisas, teniendo en cuenta que lo único que sabían era que un dragón había cruzado volando el cielo. Se preguntaba si coincidirían en que los dragones no se extinguieron, sino que emigraron al sur.

                - Al menos hay algo claro: lo que hemos visto era un dragón, y todos coincidimos en eso. Pero… ¿por qué volvería un dragón aquí? Fueron perseguidos durante siglos. ¿Se habrán preparado para vengarse?- Dijo Daewynn.

                - Esperemos que no. De lo contrario, es una gran amenaza. Dicen que eran criaturas de gran poder, y que para poder enfrentarse a algunos de ellos, hacían falta ejércitos enteros.- Dijo Ionak, visiblemente nervioso.

                - Las historias que se cuentan son solamente cuentos para que los niños se fuesen a dormir. No me creo que sean tan poderosos.

                - Muchacha, no sé si son ciertas o no las leyendas. Yo no estuve allí. Pero es lo que se dice. De todos modos, aunque fuesen exageradas, deben de ser criaturas muy poderosas.

                Daewynn se quitó la capucha, confirmando lo que Red ya sospechaba. Se trataba de una joven elfa oscura, si bien no esperaba unos rasgos tan delicados y finos, teniendo en cuenta su voz. Sus ojos eran de color rojo intenso, y su pelo, una melena corta gris con brillos plateados, contrastaba con su tez gris oscura. Unas orejas puntiagudas asomaban entre el pelo.

                - Sea como sea, no pintamos nada aquí divagando sobre lo que era o dejaba de ser. Habría que informar de lo que hemos visto hoy aquí al duque, aunque supongo que ya lo habrá visto. Pero de todos modos, hay que comunicárselo y pedirle consejo. Quizás él sepa qué debemos hacer. O qué ha ocurrido.- Dijo la elfa, volviéndose a mirar a los presentes.

                - Buena observación. Me encargaré yo mismo de hacerle llegar al duque lo ocurrido hoy aquí. Si es cierto que quizás él sepa algo más, me vendrá bien contar con su punto de vista. Me gustaría poder hablar con él.
               
                -Iré contigo, mago.- Dijo Daewynn.- Yo debo hablar con el duque. Si quieres no tienes por qué venir, al fin y al cabo, eres ajeno al pueblo.

                -Iré de todos modos. Necesito saber qué está ocurriendo. Si él puede arrojar algo de luz al asunto, estaré más que encantado de poder hablar con él.

                - Bien pues, deberíais prepararos para el viaje, muchachos.- Dijo el enano.- Me gustaría ir, pero me temo que no puedo cerrar la posada. Os ayudaré a preparar lo necesario, y os daré comida y bebida para el camino.

                Todos volvieron la vista al cielo de nuevo. Parecía como si realmente no hubiese ocurrido nada y hubiesen despertado de un sueño. Entre los presentes, muchos dudaban de lo ocurrido. Debía haber sido una alucinación. De todos modos, los jóvenes irían a informar al duque.

                Red estaba seguro de que no había sido una alucinación. Había sido demasiado real. En sus ojos, seguía grabada la imagen del dragón. De sus ojos, observándolos desde la lejanía. Su cuerpo sintió una oleada súbita de calor, y se estremeció. No había abierto la boca durante todo el acontecimiento, y aún así, la sentía seca. El dragón le había mirado, estaba convencido de que le había mirado. A él, a un pequeño reptil, rodeado de gente.

                Había muchas teorías acerca de por qué hacía siglos que no se veía ningún dragón. Algunas estaban equivocadas. Otras sencillamente eran absurdas. Pero algo estaba claro: los dragones seguían existiendo, y habían vuelto.